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martes, 27 de mayo de 2014

El cupcake de la felicidad


Ingredientes

  • 100 g de levadura de amor
  • Un puñado de sonrisas
  • Una cucharadita de risas
  • 1 litro de felicidad
  • Un vaso de abrazos
  • Medio litro de zumo de cariño
  • Media lata de besos al vacío
  • Unas gotas de amistad

Preparación

Mezclamos la levadura de amor con el litro de felicidad y vamos añadiendo poco a poco las gotas de la amistad. Después lo ponemos en los moldes y lo metemos al horno durante quince minutos a ciento ochenta grados.

Mientras que se hornean las masas, vamos a hacer la crema. En un bol ponemos una cucharadita de risas y medio litro de zumo de cariño y lo batimos. Cuando esté bien mezclado añadimos los besos al vacío y el vaso de abrazos y volvemos a batir, pero esta vez con menos intensidad hasta que salga una especie de nata de color rosa. Cuando estén listas listas las masas las metemos en el frigorífico diez minutos.

Mientras se enfrían ponemos las sonrisas en una placa de horno con papel del mismo por encima. Luego las metemos cinco minutos a hornear para que se pongan un poco doradas.

Al sacar las masas del frigorífico colocamos la crema en círculos hacia arriba y espolvoreamos las sonrisas para que quede mucho más feliz.

Degustación


Puede acompañarse de un poco de helado de amor o con galletas de fresa amorosas y, ¡ya están los cupcakes de felicidad!

martes, 10 de diciembre de 2013

La rosa que habla


Había una vez una niña llamada Lucía que tenía muchas cosas, era rica. Un día de vuelta del instituto escuchó murmullos, cuando iba sola por la calle, pensó que era la tele de algún vecino.

Al seguir caminando vio una rosa con un color rojo muy llamativo y se acercó. Cuando fue a arrancarla volvió a escuchar el murmullo, miró a su alrededor y no había nadie, tiró un poco de la rosa y ella le habló. Fue corriendo a su casa, soltó la mochila y cogió una maceta y una pala. Volvió donde estaba Rosa, que así es como la llamó, la trasladó para llevársela a su casa. Eran muy amigas. Se pasaban el día riendo, jugando, etc. Un día estaba en casa de su abuela y sentía que le faltaba algo...¡Era Rosa! Se demostró que Lucía no podía estar sin Rosa y se la llevaba a todos lados.

Esto era tan raro que nadie se lo creía, tenía juguetes, televisiones..., pero no echaba a nada de menos tanto como a Rosa. Sus padres le compraron una bolsa especial para que la llevara allí a todos lados. Hasta que un día Rosa se puso malita, había perdido su color rojo tan llamativo porque necesitaba luz del sol y agua de las nubes. Tuvieron que trasladarla al jardín. Estuvo unas semanas plantada en el jardín y un día vino un médico de plantas muy raro y le dijo:

-Ya puedes ir en tu bolsa a todos lados.

-Vale -le dijo Lucía-, pero ¿todavía no tiene su color rojo llamativo?

-Su color volverá poco a poco -le contestó el médico.

Eso no pasó, Rosa seguía igual y volvieron a llamar al médico y le contestó:

-Yo no te he dicho nada.

-¿Cómo que no?-le dijo Lucía sorprendida.

-Que yo no te dicho nada de nada -le dijo con chulería el médico.

Entonces Lucía y sus padres lo denunciaron, y fue a la cárcel porque ya había estafado antes, y curó a Rosa un médico de verdad.

Cristina Verdugo, 1º B